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miércoles, 2 de marzo de 2011

Los Baños.



"Se debe procurar que los baños de hombres y mujeres estén juntos para que el horno y calderas subterráneas puedan ser comunes" (autor romano)
Este apunte sobre la manera de aprovechar una misma instalación para los dos baños prueba cómo, a pesar de que en algunos momentos serán frecuentes los baños comunes de hombres y mujeres, la norma era que los baños de ambos constituyeran edificios distintos, aunque contiguos.



Fijándonos en una costumbre muy romana, la de los baños, hay que aclarar varios apartados:

1.-Separación de sexos.
Parece ser que la severidad de las costumbres impedían que el hijo que hubiera alcanzado la pubertad se bañara con su padre y que el yerno se bañara con su suegro, y por supuesto, que hombres y mujeres lo hicieran juntos. Sin embargo, esta rigidez duraría poco, puesto que ya Catón acusaba a la influencia de las costumbres griegas el que fuera habitual que los hombres aparecieran desnudos delante de otros hombre, e incluso, de las mujeres.
Esto último se refería a los baños que tomaban al aire libre en el Tíber, puesto que en  tiempos de Catón los baños de hombres y mujeres ya estaban rigurosamente separados. Separación que se hacía mediante edificios colindantes, unidos con los caldaria (zona de agua caliente) pared con pared para aprovechar el calor y la temperatura del agua. Y además parece ser que en Grecia desde los siglos VI y V a.C. había ya baños públicos eclusivos para las mujeres.
No obstante, durante el Imperio, sí se dieron los baños comunes a los dos sexos, llamados communia. Teniendo esto en cuenta, debemos suponer una relajación en las costumbres más tradicionales hasta que el emperador Adriano volvió a separar los baños por sexos.



2.-Separación de las clases sociales.
Algunos estudiosos aseguran que le gustaría conocer para quiénes fueron construidos los baños
públicos y los gimnasios y a quiénes eran accesibles, opinando que es difícil suponer que no
estuvieran abiertos a todo el mundo. No obstante, sabemos que en Grecia,
había algunos baños y gimnasios privados para disfrute de los ricos, mientras que la comunidad
construía palestras y baños públicos a los que acudían las gentes del pueblo, en general,
pero no los ricos. En Roma parece que no fue así. "El emperador Adriano, a quien gustaba bañarse
con la multitud del pueblo, advirtió un día a su lado a un viejo soldado que, no teniendo strigilis
(artilugio para quitar la impureza de la piel), lo suplía frotando su espalda contra la pared. Adriano,
que lo había conocido en medio de los campos, le pregunta por qué actuaba así. -Es, le respondió el
viejo, porque no tengo el medio de comprar un strigilis". El emperador inmediatamente le dio el
suyo y, además, lo gratificó con una pensión (...)". Esto supone que en un momento de la historia de
Roma los baños eran utilizados por todos lo miembro de la sociedad sin distinción de clases.
Parece ser que la severidad de las costumbres republicanas impedía que el hijo que hubiera
alcanzado la pubertad se bañara con su padre y que el yerno se bañara con su suegro y, por
supuesto, que hombres y mujeres lo hicieran juntos. Sin embargo, esta rigidez duraría poco, puesto
que ya Catón acusaba a la influencia de las costumbres griegas el que fuera habitual que los
hombres aparecieran desnudos no sólo delante de otros, sino, incluso también, delante de mujeres.
Esto último se referiría probablemente a los baños que tomaban al aire libre en el Tíber,
puesto que en tiempos de Catón (siglo II a.c.), los baños de hombres y mujeres ya estaban
rigurosamente separados.


3.-La vestimenta femenina en los baños.
Se bañaban con un sostén y una braga, parecido al bikini de hoy en día. Calentaban con ejercicios antes de pasar por distintas fases de baño. Estos lugares a parte de ser una sala donde reunirse para hablar, hacer actividades deportivas, usarse como sala de lectura... disponían de instalaciones suficientes para la higiene.



 

 

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